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MASONERÍA DE CASTILLA Y LEÓN

‘Creer que la historia es una vasta conspiración universal y secreta es un absurdo’

‘Creer que la historia es una vasta conspiración universal y secreta es un absurdo’

Publicado el 21 Diciembre, 2007 Publicado en la sección Entrevistas |

Hay muchos libros sobre la Masonería, que se agrupan en los que están a favor y en contra. José Antonio Ullate, que ya desveló las mentiras de ‘El Código Da Vinci’, ha escrito uno con lo que han dicho los propios masones sobre su hermandad y sus creencias y confronta estas declaraciones con la doctrina de la Iglesia. El título es ‘El secreto masónico desvelado’ (LibosLibres). Si las conclusiones de Ullate son falsas, ¿se debe a que los masones han mentido?

Su libro es un estudio sobre la doctrina de la Masonería. ¿Cabe definir a ésta como una religión o como un grupo político?

Ni una cosa ni otra, propiamente. La masonería es un conjunto de sistemas éticos organizados ritual e iniciáticamente. Lo decisivo es que este programa para mejorar al hombre y a la sociedad parte de unos presupuestos antropológicos y filosóficos inadecuados. Es decir, la idea –el prejuicio– de que el ser humano no necesita perentoriamente de la ayuda de Dios para lograr sus fines propios. De ese error fundamental –originario– proviene no sólo la ineficacia del método masónico, sino su incompatibilidad con la ley natural y con la fe católica.

Pero muchos masones niegan lo que usted dice, pues ellos mismos pertenecen a alguna religión.

Yo no hablo de etiquetas, sino de presupuestos filosóficos y antropológicos. Un masón que se considere católico compare los mismos presupuestos filosóficos que otro explícitamente ateo, puesto que aunque admita la existencia y la relevancia de Dios, no está dispuesto a admitir el carácter absoluto de la Revelación: se ve obligado a aceptar que su hermano masón no católico puede alcanzar los fines éticos del método masónico lo mismo que él. En esta ecuación “Dios” es igual a cero. O mejor, no es igual a cero, es algo peor, es igual a un suplemento de inspiración ética que puede resultar conveniente, pero no necesario. Es decir, para un masón cristiano, el que no recoge con Jesucristo, no necesariamente desparrama… Al cristianismo de los masones yo lo llamo ateísmo piadoso.

TODOS LOS MASONES NIEGAN A DIOS

Usted niega la diferencia filosófica entre las masonerías anglosajona y francesa y sostiene que ambas niegan a Dios. ¿En qué se basa?

En esto sigo el mismo método que he seguido con todas las demás conclusiones a las que he llegado. Si lo he aplicado de un modo mejor o peor es algo discutible. Pero el método consiste en dejar hablar a los masones, en escuchar lo que ellos mismos dicen. En ese sentido, las pomposas declaraciones –sobre todo provenientes del ámbito de la llamada regularidad masónica– son poco más que brindis al sol. En la masonería autodenominada regular se exige una creencia en un ser supremo (Gran Arquitecto del Universo), en la inmortalidad del alma y en un libro sagrado. Sin embargo, históricamente esta exigencia ha demostrado ser compatible con visiones materialistas y explícitamente ateas. Hasta Giosué Carducci, con su “Himno a Satán”, fue considerado un adorador del Gran Arquitecto. En todo caso, este tipo de distinciones me parece que sólo distraen a la hora de comprender la verdadera naturaleza filosófica del método masónico. Lo definitivo es que la masonería es, esencialmente, una.

Si tan opuesta al cristianismo es la Masonería, ¿por qué hay cristianos, desde anglicanos a católicos, que se inician como masones? Si los Papas han condenado la Masonería, ¿por qué algunos católicos están empeñados en presentarla como una asociación filantrópica?

Como es lógico, los masones de entrada no están de acuerdo conmigo cuando reitero la absoluta incompatibilidad entre masonería y catolicismo. Después, cuando profundizamos los argumentos, se ven obligados al menos a admitir que la Iglesia católica, tal como se concibe a sí misma, es inconciliable con la logia. Sin embargo insisten en que la incompatibilidad proviene de la parte católica, que es intolerante. Desde el punto de vista lógico esto no se sostiene. Efectivamente la Iglesia condena la masonería, pero recíprocamente, la masonería condena el cristianismo tal como lo concibe la Iglesia. La logia está dispuesta a admitir cristianos, siempre y cuando, previamente, estos hayan adoptado el indiferentismo religioso de la masonería: acepta a cristianos “liberales”. Pero no se ve cómo ese liberalismo católico sea compatible con el Magisterio y la fe de la Iglesia.

Los masones dicen que en sus logias no se discute nada peligroso ni subversivo. Entonces, ¿por qué mantienen la exigencia de secreto?

Hay que ser justos y reconocer que el secreto, originalmente, los masones modernos lo heredan de los masones llamados operativos, de las logias de constructores medievales. En todo caso el sentido de ese secreto ha evolucionado en parte. El hermano masón español Dantón, en su historia de la masonería, reconoce que la hermandad siempre ha buscado la sombra para avanzar más fácilmente. A mi modo de ver es un recurso psicológico que establece un fuerte vínculo sentimental entre los iniciados y que, al tiempo, otorga un aura de misterio que atrae a muchos y –al menos en ciertas épocas– infunde respeto y hasta miedo a muchos otros. De todos modos, desde el punto de vista de la ética natural, y aun rebajando el sentido literal de los juramentos y admitiendo su carácter en gran medida retórico, no parece admisible el compromiso de guardar un secreto a precio de la propia vida.

SU RELACIÓN CON EL PODER

¿Cree que los masones son tan poderosos como los presentan los partidarios de las teorías de las conspiraciones?

Las conspiraciones existen, pero creer que la historia es una vasta conspiración universal y secreta es un absurdo. Me parece que traer a colación el tema “conspiracionista” cuando de lo que se trata es de estudiar científicamente una realidad es introducir un “ruido de fondo” que distrae y que nos lleva a conclusiones precipitadas e injustas. Eso, sin contar el terrible efecto moral de las creencias “conspiracionistas”. Este tipo de paralogismos no hacen más que suscitar enigmas y fomentar la instalación en la queja: “Todo va mal porque unas manos secretas mueven los hilos de la historia. Y nosotros no podemos hacer nada más que lamentarnos de ello”. Yo pienso que hay que erradicar este tipo de pensamiento irracional e inmoral y perezoso. El mundo en que vivimos está penetrado de una concepción de la vida similar al naturalismo masónico. Como diría Richard Weaver, “las ideas tienen consecuencias”. La difusión de estas ideas naturalistas conlleva la toma de decisiones y la generación de “afinidades electivas”, que diría Goethe. Es lógico que quienes piensan igual se ayuden mutuamente y hoy la inmensa mayoría piensa de espaldas a Dios. Pero los católicos deberíamos dedicar menos tiempo a lamentarnos de enigmáticos contubernios que se pueden explicar de otro modo y a estudiar más y, sobre todo, a ser más fieles a la doctrina cristiana. También los católicos, cuando hemos tenido la vitalidad propia de la fe hemos sido conspiradores… para el bien.

Hace décadas, había países gobernador por los masones, como México y Francia, y dominaban muchas instituciones, como universidades y cuerpos de policía. ¿Por qué han perdido su importancia?

La masonería es una doctrina y una organización. En cuanto organización, cuanto más adversa era la sociedad, más disciplinada debía ser para difundir su doctrina. Hoy, que la sociedad ha asumido los presupuestos naturalistas de la masonería, el atractivo de las organizaciones masónicas ha decaído, lógicamente. La masonería hoy se encuentra en una situación paradójica: sus organizaciones son mucho menos vitales que antes, pero su doctrina sobrepuja en la sociedad.

¿Cuál la mejor manera para combatir a la Masonería?, ¿formar otros grupos secretos?

La peor forma es la de conceder credibilidad a cualquier murmuración siempre que sea antimasónica. La verdad nos hará libres. Hay que estudiar la masonería en su esencia y conocer a fondo la doctrina católica. Hoy se han descuidado ambas tareas. De ese conocimiento emerge con claridad la incompatibilidad entre la Iglesia y la logia. No sólo: también la falta de legitimidad ética de un método como el masónico.

2 comentarios

Anónimo -

Aquí tenéis una crítica: http://victorguerra.blogspot.com/

Bruno London -

Acaso no habéis leido el libro...? Es un ataque subliminal a la masonería.