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MASONERÍA DE CASTILLA Y LEÓN

Cuando la masonería abrió sus logias en León (I)

Cuando la masonería abrió sus logias en León (I)
https://ileon.eldiario.es/historia/masoneria-abrio-logias-leon-i_1_12088208.html

  • Las masonerías han estado envueltas en mitos y mentiras, ya que hubo dos, la medieval que era ’operativa’, ya desaparecida, y la que resurgió a finales de la Edad Moderna o principios de la Edad Contemporánea, que era ’especulativa’. Esta es su desconocida historia en la provincia de León

 

Pedro Víctor Fernández

1 de marzo de 2025 10:02 h

Existió una masonería medieval –la operativa– que congregó diferentes oficios artesanos, principalmente canteros, albañiles y carpinteros, hombres que dejaron su firma en las marcas de sillares y peanas. Estaban iniciados en el arte de la construcción, se reunían en logias de trabajo y obedecían a un maestro de taller. Fue así como levantaron la catedral de León y otras muchas. Artesanos que buscaban la perfección de las formas, el modelado del espíritu y la ayuda mutua entre sus miembros para avanzar en sabiduría y destrezas. Esa masonería se remonta a tiempos de leyenda, hasta la construcción del templo de Salomón, donde su gran arquitecto, Hiram de Tiro, desafió la gravedad para crear belleza física y deleite espiritual. La leyenda dice que fue asesinado a manos de tres ayudantes, Jubelós, Jubelás y Jubelom, que simbolizan los pecados de la envidia, la ambición y la pereza. La lista de vicios atribuidos a estos asesinos puede ser infinita, la misma que entraña la condición humana.

Existió otra masonería más próxima en el tiempo –la especulativa– que nació en el siglo XVIII, se extendió por Europa y América en el siglo XIX, tuvo repuntes en el siglo XX y ha quedado como referente de reformistas ocultos y modernos del siglo XXI. Hoy hay unos cuatro mil masones en España, frente a varios millones en el mundo anglosajón, porque este interés por saber e iniciarse en algunas verdades, el gusto de profundizar en el conocimiento humano, es más propio del espíritu reformista y luterano que del mundo católico mediterráneo. De hecho la masonería protagonizó un fuerte choque con la Iglesia de Roma, manteniendo un conflicto que ha durado siglos. Los masones se pusieron mandil y guantes para interactuar entre ellos, bajo un florido ritual de iniciación, para llegar al cenit de su utopía: conocer el ideario masónico, transformar el mundo profano, luchar contra el oscurantismo, vencer la intolerancia, anular el fanatismo.

¿Qué es la masonería?

La parte más atractiva y misteriosa de Los Hijos de La Viuda –así se denominaban por sentirse desamparados– cae del lado de unos rituales muy ornamentados, bajo el conocido rito de origen escocés, que cuenta con grados de iniciación y un misterio oculto, por eso se han vertido tantos ríos de tinta mentirosa en torno a sus poderes, su culto al diablo, sus manipulaciones en la sombra, sus pactos de sangre… incluso la matanza de niños al estilo de Herodes. A lo desconocido y misterioso siempre se le atribuyen poderes ensordecedores. La masonería no ha sido un club, ni un ateneo, ni un partido político, ni una secta, ni un sindicato, pero con todos ellos tiene alguna arista de semejanza. Fue una escuela iniciática de perfección espiritual, comprometida con un ideal de progreso, aunque vapuleada por todas las deficiencias de la condición humana. Se la consideró poderosa porque practicaba la sutileza, el estudio, la constancia, la discreción, el anticlericalismo y el socorro mutuo entre sus miembros. La Iglesia Católica le declaró la guerra y en ello siguen.

Creció y se extendió donde había un grupo dinámico con ganas de progresar en el conocimiento, hacer planes, trazar objetivos, reunirse, disertar  y escuchar a quien más sabe; términos hoy demasiado sobados, pero concebidos como un lujo en otros siglos. Entraron en sus talleres hombres –fue una organización machista hasta hace muy poco- con ideas de fraternidad y libertad; también se colaron arribistas, aprovechados, curiosos y oportunistas. 

La difícil implantación de un taller masónico en León

En España hubo logias masónicas nutridas de ilustrados y de liberales, extendidas sobre todo por la periferia peninsular, los archipiélagos y el Madrid de los políticos, militares, intelectuales y artistas. Muchas logias fueron implantadas por las tropas napoleónicas, luego por los liberales, después por los revolucionarios del Sexenio Democrático. Experimentaron un auge inusitado en la Restauración del siglo XIX, cuando Sagasta decretó el derecho de reunión y asociación. La masonería –como casi todo lo que ha venido de fuera– llegó tarde a León. Hay constancia de tres logias efímeras, sin asiento ni lucidez alguna, en la etapa del Sexenio Democrático, ubicadas en pueblos cuyo eje imaginario atraviesa la provincia de este a oeste, sin pasar por la capital. Fueron la logia Luz del Bernesga (1871-1872), asentada en Pola de Gordón y casi sin noticias, la logia Moralidad (1871) en Sahagún de Campos, de la que desconocemos todo excepto el nombre, y la logia Gloria Montañesa (1871-1872) ubicada en el núcleo berciano de Otero, también sin documentación sobre sus trabajos. Llama la atención el idealismo de sus nombres, pero apenas sabemos nada de ellas. Seguramente sus asentamientos no fueron autóctonos sino vinculados al trazado del ferrocarril y de explotaciones mineras, lo que explicaría su carácter efímero, con miembros que cambiaron pronto de lugar de trabajo, malogrando con ello su continuidad. Existencia incierta y duración fugaz.

Reapareció y se asentó en los últimos años del siglo XIX, a partir de 1886, en la que fue edad de oro de la masonería española. La logia Unión Fraternal (1886-1890) tuvo asiento en la capital leonesa, la primera de un grupo de talleres masónicos de esta etapa, fundada por ocho masones, aunque sufrió dimisiones e interrupciones en sus trabajos, entrando en tiranteces con otra logia de León, porque dos masones fundadores se pasaron al otro taller de reciente vida. Se trataba de Legionenses de Apio Herdonio, logia que adoptó un nombre de tradición romana. Sonoro título para una experiencia pionera en esta tierra. Apio Herdonio fue un personaje del siglo V antes de Cristo, un noble sabino que lideró a un grupo de exiliados de Roma, la mayoría esclavos y parias, tomando por sorpresa el Capitolio romano. En el asalto declaró su intención de liberar a los esclavos y apoyar la causa de los plebeyos contra los patricios. Parece evidente que quien bautizó el taller masónico de León era un tipo culto, pues la hazaña del sabino se ajustaba muy bien a las pretensiones de la masonería...

Tres logias mantienen vivo el legado de la masonería en Valladolid

Tres logias mantienen vivo el legado de la masonería en Valladolid

Esta sociedad tuvo su auge en el siglo XIX para sufrir un pico de represión durante el Franquismo y renacer de nuevo a finales de los años setenta

EL NORTE DE CASTILLA/ JESUS ANTA

El año 1936 fue dramático para la masonería vallisoletana. El local del que disponían los hermanos masones en las inmediaciones de la iglesia de la Antigua fue asaltado y repartido entre los saqueadores todo lo que atropellaron a su paso. Además, fueron apresados unos cuarenta masones (activos unos, durmientes otros) y muchos de ellos fueron fusilados a las afueras de Salamanca, donde fueron conducidos para juntarlos con otros demócratas.

Tras un largo periodo de clandestinidad, en 1979, una vez restablecida la Democracia, la masonería volvió a tener voz en Valladolid, entre otras cosas gracias a unos artículos que publicó El Norte de Castilla aquel mismo año.

El año siguiente (1980) puede considerarse como el de su salida a la luz pública, al constituirse un templo masónico en el número 18 de la calle López Gómez, impulsado por la logia ’Hermes-Amistad’ nº 53. Aún así, tuvieron altibajos en su actividad hasta que afianzaron su presencia respaldados por la Gran Logia Simbólica Española en noviembre de 1985.

Detrás de estos acontecimientos más cercanos, la masonería vallisoletana tiene su historia, entre cuyos protagonistas no faltan importantes personajes de la política, la universidad y la economía, como Gaspar Núñez de Arce, Alonso Pesquera, Álvarez Taladriz, Macías Picavea, José Muro, Gaspar Citoler Sesé o García Quintana. Todos ellos son una muestra de personas de reconocido prestigio (incluso Picavea y Muro están enterrados en el panteón de personas ilustres del cementerio de El Carmen) que en un momento u otro formaron parte de los hermanos masones.

Macías Picavea, José Muro o Núñez de Arce fueron reconocidos masones

El XIX es el siglo de la masonería en Valladolid. Anteriormente hay rastro de la actividad de la llamada masonería operativa entre los maestros artesanos y canteros que trabajaron en la construcción de monasterios y castillos.

Mas, como se ha dicho, será en el XIX cuando la masonería adquiera carta de naturaleza en Valladolid. Tanto es así que el cementerio civil de la ciudad da cuenta de enterramientos de masones desde la segunda mitad de aquel siglo.

Carta constitutiva de la lógia Fraternidad nº 60 en Valladolid el 18 de marzo de 1929.
Carta constitutiva de la lógia Fraternidad nº 60 en Valladolid el 18 de marzo de 1929. El Norte

El diputado de la Gran Logia Provincial de Castilla y León, y miembro de la Logia ’Hermes Amistad’ nº 53, de Valladolid, relata que la primera noticia de masonería en tierras vallisoletanas, aunque no documentada, es probablemente una logia que fundaron los franceses durante su estancia en la provincia: «Fernando VII escribió el 19 de noviembre de 1817 a su secretario de Estado y del Despacho de Guerra recomendándole la represión de una serie de logias masónicas, entre las que se cuenta una de Valladolid».

La represión tuvo un carácter despiadado y en ocasiones fue llevada a cabo por personas tan poco expertas que hizo que las autoridades presumieran de haber descubierto una logia reunida, cuando en realidad era un grupo de amigos que estaban participando en una timba de juego clandestino.

En el último tercio del XIX había logias masónicas no solo en Valladolid capital sino también en municipios como Medina del Campo, Medina de Rioseco, Castrillo de Duero, Castronuño, Nava del Rey, Peñafiel, San Miguel del Arroyo o Tudela de Duero.

El general Joaquín de Aymerich y Fernández Villamil, ’Átila’.

El general Joaquín de Aymerich y Fernández Villamil, ’Átila’. 

Esta expansión masónica en Valladolid se debió a la febril actividad de Joaquín de Aymerich y Fernández Villamil, general de brigada, nacido en Berga (Barcelona), que entre sus variados destinos pasó por Valladolid. Se le conocía con el nombre simbólico de ’Atila’.

En la capital vallisoletana, la masonería tuvo varios locales en las calles del Salvador, Santiago y Zúñiga; además de en, al menos, otros tres pisos.

En las publicaciones consultadas no hay una coincidencia sobre el número de masones que había en Valladolid. En algún caso se maneja la cifra de 170 hermanos a lo largo del periodo de la Restauración, o el de 400 en la segunda mitad del siglo XIX.

Sin embargo, sí son más conocidas las ocupaciones de sus miembros, que había en toda la escala social: abogados, militares, médicos, comerciantes, profesores, sastres, carpinteros, zapateros, etcétera.

Después de un periodo de baja intensidad, en la década de 1920 se reactivó. Entonces se creó un nuevo ’taller’ con participación destacada de republicanos y socialistas que apoyaron las huelgas de los ferroviarios, colaboraron con el Rótary Club e, incluso, fundaron un ateneo en la calle del Prado.

El levantamiento militar contra el Gobierno de la II República llevó aparejada una feroz persecución contra los masones, hasta el punto de que se dio orden de levantar todos los enterramientos masónicos que no estuvieran en el cementerio civil. El gobierno del Franco, para alcanzar sus fines represores, creó el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo.

Por sentencia del Tribunal Supremo de 3 de julio de 1979, de nuevo quedó legalizada la masonería en España, anulando una resolución previa del Ministerio del Interior por la cual la declaraba ilegal. Sin duda, ese fue el punto de inicio de la nueva masonería española. El año siguiente, la masonería española apoyó, incluso, al Rey para el Nobel de la Paz.

Un masón vallisoletano que quiso permanecer en el anonimato, entrevistado por El Norte de Castilla el 9 de diciembre de 1979, reconocía que en ese momento eran un número escaso los masones en Valladolid, teniendo en cuenta la gran represión que padecieron durante la Guerra Civil y el franquismo. Contó que estaban «empezando y que no había aún abierta ninguna logia» y remachó que «cualquier hombre que se considere libre, democrático, de mente abierta por encima de dogmatismos y que tenga una inquietud por buscar la verdad, tiene un puesto en la Masonería».

El año 1991 fue importante para la masonería vallisoletana, pues se consolidó la Masonería Regular en la capital con la constitución de la logia ’Hermes Amistad’ nº 53 (que en realidad venía trabajando, aunque con altibajos, desde 1980).

Sello de la logia Indivisible nº 51.
Sello de la logia Indivisible nº 51.

En la actualidad hay tres logias en Valladolid. Una de ellas dentro de la Gran Logia de España, que es la de la masonería regular: la Respetable Logia ’Hermes Amistad’ nº 53, que es masculina y que sigue el rito escocés antiguo y aceptado. La otra se llama ’Indivisible’ nº 51 y pertenece a la Gran Logia Simbólica Española, que también sigue el rito escocés antiguo, pero es mixta. Levantó sus columnas en 2001 y sus actividades públicas consisten en dar algunas conferencias, incluso, en el ámbito universitario, según explica Óscar Rivero, Venerable Maestro de la Respetable Logia ’Indivisible’ nº 51.

Hay algunas otras diferencias entre las logias: la ’Hermes Amistad’ nº 53 pide a quien quiera ingresar la creencia en un principio creador al que denominan Gran Arquitecto del Universo, aunque eso es compatible con cualquier otra condición o creencia. Mientras que en la ’Indivisible’ nº 51 esa no es una condición para ingresar. En definitiva, una de las diferencias de la masonería regular con la irregular, además de la ya indicada sobre su carácter de admitir solo hombres o que sea mixta.

Debe añadirse a estas dos logias, la recientísima constitución de la Logia de Perfección ’Antigua’ nº 19 (mixta e irregular), que se diferencia de las otras dos en que esta se encuadra entre las logias de Altos Grados del Supremo Consejo Masónico de España y forma parte de los grados filosóficos del rito escocés. Tiene de singular, también, el que hacía noventa años que se no había formada ninguna de este nivel en Valladolid.

FUENTE:https://www.elnortedecastilla.es/valladolid/el-cronista/tres-logias-mantienen-vivo-legado-masoneria-valladolid-20231207000930-nt.html#vca=amp-rrss-inducido&vmc=&vso=wh&vli=&ref= (el norte de castilla)

El cementerio masónico de El Carmen que desafió un decreto franquista

El cementerio masónico de El Carmen que desafió un decreto franquista

Los enterramientos sobrevivieron a la represión franquista y se encuentran en una explanada muy deteriorada

Cuando uno visita el cementerio municipal del Carmen se encuentra con una imagen curiosa. Lejos de los grandes mausoleos donde descansan José Zorrilla, Miguel Delibes o Rosa Chacel, destaca una pequeña explanada, de suelo árido y aspecto descuidado, donde reposan alrededor de una docena de escuálidas columnas y finos mástiles sobre los que se asientan triángulos sin nombre y oxidados. Pero pocos saben que este rectángulo, que desentona con la grandeza del resto del cementerio, es un lugar prácticamente único en España. Desatendiendo un decreto franquista, Valladolid es una de las pocas ciudades que, aunque descuidado y casi en el olvido, conserva un cementerio masónico y civil. Su historia arranca el 21 de diciembre de 1938, cuando Franco decreta la eliminación de los símbolos masónicos de todos los camposantos de la zona nacional. Al término de la guerra, la orden se extiende al resto del territorio: las pirámides, columnas, escuadras y compases, símbolos indiscutiblemente masónicos, desaparecen de los cementerios españoles. Pero ya sea por desconocimiento, desidia o incompetencia, la pequeña explanada, por entonces aledaña al cementerio sacralizado y que tras la dictadura se incorporó al del Carmen, mantuvo estos símbolos convirtiéndose en un espacio casi único en España.

«Es muy raro y curioso que en Valladolid no se acatara este decreto franquista, pero gracias a ello queda constancia de estos enterramientos civiles, donde descansan desde masones hasta suicidas, evangelistas o agnósticos», explica Juan Antonio Espeso, Venerable Maestro de la Logia Indivisible de Valladolid.

Aunque es imposible conocer la identidad de las personas enterradas, ya sea por la eliminación de sus nombres, el deterioro de las placas o la falta de información, Julio de Benito, Venerable Maestro de la Logia Hermes Amistad, señala que todos ellos datan del siglo XIX. Y es que la masonería, sociedad secreta de creencia basada en la búsqueda de la verdad a través de la filosofía y estructura jerárquica que se estructura en la fraternidad entre sus miembros, los cuales se agrupan en logias y hacen uso de ritos y signos emblemáticos, ha estado tradicionalmente perseguida por la Iglesia católica. Una persecución que con la Guerra Civil y la dictadura franquista no hizo sino aumentar. «Las tumbas de los masones, desde 1936, son las cunetas y las fosas comunes», afirma Julio de Benito, quien recuerda que «los masones también fueron represaliados del franquismo y en Valladolid se ejecutó a los 30 miembros de la logia».

Destrucción de símbolos

Poco se sabe de la historia de la masonería en la ciudad, ya que durante la dictadura franquista toda la información al respecto –escasa de por sí– se llevó al archivo de Salamanca. Óscar Rivero, autor del libro ’Las Honras Fúnebres Masónicas’, asegura que la destrucción de símbolos y la profanación de las tumbas masónicas se produjo en todos los cementerios del territorio nacional, ya fuera «a base de mallete y cincel, dejando el resto de inscripciones en la lápida o, en el peor de los casos, eliminando las lápidas completas dejando huérfanas de nombre las tumbas».

Todo ello convierte este rincón del cementerio del Carmen en un lugar único que, a pesar de su exclusividad, se encuentra «completamente deteriorado», asegura Julio de Benito. Una afirmación que refrenda Juan Antonio Espeso, quien sostiene que «el camposanto está absolutamente abandonado, y lo único que se puede hacer es un esfuerzo por dignificarlo, para que deje de parecer un recinto extraño». Hasta que esto ocurra, los estandartes que sujetan los triángulos que en el pasado contaban con el ojo en su interior, las columnas y los obeliscos típicos masónicos descansarán sin flores ni recuerdo en la pequeña explanada.

Fuente: https://www.elnortedecastilla.es/valladolid/cementerio-masonico-carmen-20191031071930-nt.html?fbclid=IwY2xjawOZFSdleHRuA2FlbQIxMQBzcnRjBmFwcF9pZAwzNTA2ODU1MzE3MjgAAR4re41D-pqRgPd77DuP5Hvn_7EjRQ_6mUZGOhZY2OpuFy6D0fpNqRYwuwFnbw_aem_4_bKj5aLzscykw0_rfhb8A&sfnsn=scwspwa 

La Logia Antigua Nº 19, levanta Columnas en Valladolid.

La Logia Antigua Nº 19, levanta Columnas en Valladolid.

En noviembre de 2023 tuvo lugar un acontecimiento singular en Valladolid.


Después de casi 90 años, Levantó Columnas en esta ciudad una logia Filosófica de cuarto grado, promovida y presidida por Óscar Rivero. Auspiciada por el Supremo Consejo Masónico de España (SCME), con la presencia de su Presidente Octavio Carrera.


Es la primera que se constituye en Castilla y León desde la represión de la dictadura y su nombre es "Antigua N°19" como homenaje al símbolo monumental de la ciudad que es una de las construcciones más antiguas de los masones operativos que se conserva, la iglesia de Santa María de la Antigua.


La Luz de los Altos Grados Escocistas ilumina de nuevo estas tierras.

Masonas, las pioneras del feminismo en España

Masonas, las pioneras del feminismo en España

En sus inicios, las logias eran masculinas, pero algunos miembros estaban a favor de la integración de mujeres.

 

 

La historia del feminismo en España está estrechamente ligada a la de la masonería. Esta institución apareció en la península ibérica en 1728 al amparo de masones iniciados en el extranjero y, a pesar de la extrema severidad de las persecuciones a las que se vio sometida durante varios períodos, se extendió rápidamente. El reinado de Carlos III, déspota ilustrado, fue el único que permitió la creación del Gran Oriente de España en 1780. El poder de la Iglesia amordazó el movimiento y el rey absolutista Fernando VII lo declaró ilegal.

Sin embargo, la Revolución de 1868 y el Sexenio Democrático que la siguió conllevaron una serie de reformas liberales como la libertad de culto, de enseñanza y de asociación, lo que hizo surgir un clima de libertad ciudadana que permitió el desarrollo y la consolidación de logias masónicas que reunían tanto a republicanos como a espiritistas o incluso a anarquistas.

Logias de Adopción

En sus inicios, las logias eran masculinas, pero algunos de sus miembros, por el principio de igualdad (que es el código ético intrínseco al movimiento), estaban a favor de la integración de mujeres con el fin de llevar a cabo todos juntos el proyecto declarado del Gran Oriente de España: erradicar el analfabetismo mediante la educación —en escuelas únicas y laicas, lejos de la influencia de la Iglesia— de todas las capas sociales y, especialmente, de los niños, cuyos derechos fundamentales debían ser respetados.

No existía un estatuto que regulara la presencia de las mujeres en las logias. Sin embargo, la difusión de ideologías como el krausismo favorecieron el reconocimiento de su condición. Las mujeres ingresaban en las logias masculinas y asumían las mismas tareas que los hombres. Después, una vez que el número de mujeres en una logia masculina se consideraba suficiente, estas se unían a una logia de Adopción, constituida únicamente por mujeres y apadrinada por una logia masculina.

La Liga de Educación y Enseñanza

Así fue como, entre 1868 y 1900, cuatrocientas mujeres se unieron a la masonería en España y se comprometieron en la vida pública con la intención de rechazar los estereotipos de género que hacían de la mujer un “ángel del hogar” asociado sin remedio a la delicadeza, la discreción y la sumisión. Las masonas querían que se respetara la dignidad de la mujer y su derecho a ser independiente, cualquiera que fuese su condición social. La educación universal era una prioridad, como muestra el hecho de que la Liga de Educación y Enseñanza (LEYE), que fue creada por varias logias, estuviera dirigida por dos masonas, Ana María Ronda Pérez y Matilde Muñoz.

Las masonas españolas del siglo XIX eran anticlericales, feministas laicas, librepensadoras y muy activas: promovían reuniones y publicaban artículos y columnas en la prensa liberal. También crearon asociaciones y organizaban manifestaciones. No todas tenían la misma sensibilidad en el seno del movimiento. Así como muchas eran partidarias de la emancipación total de la mujer, una minoría (entre las que se encontraba Mercedes Vargas de Cambó, escritora catalana que se unió a una logia en 1883) persistía en vincular de forma intrínseca a la mujer, influencia principal del espacio privado y, por tanto, educadora de su familia, con la maternidad.

Otras fueron más lejos en la causa feminista. Por ejemplo, Concepción Arenal publicó en 1869 su ensayo La mujer del porvenir, que presentaba a la mujer como un individuo autónomo que debía integrarse en la sociedad y en el mundo laboral. En su obra La mujer de su casa, publicada en 1883, afirmaba también que desear para la mujer la perfección en el seno del hogar no era motivo de progreso social, sino que, al contrario, con esta actitud se mantenía a la mujer en la sumisión y la ignorancia, puesto que carecía de independencia financiera y su educación era deficiente. Concepción Arenal tenía el apoyo de Emilia Pardo Bazán, otra escritora masona que rechazaba el sometimiento de las mujeres y que, a pesar de la gran oposición que encontró, consiguió ocupar una cátedra de Literaturas Neolatinas en la Universidad Central de Madrid.

Rosario de Acuña, por su lado, cuando ingresó en la masonería en 1886, era ya una escritora comprometida que afirmaba que las mujeres eran los verdaderos motores de los cambios sociales. Fue una de las pocas masonas aristócratas, pero su discurso sobre la emancipación de las mujeres, a menudo radical, y su comportamiento, contrario a veces a las reglas estrictas de las logias de Adopción, la convirtieron en un electrón libre y, en ocasiones, denigrado. En 1891, representó El Padre Juan, una obra de teatro anticlerical que fue un escándalo, y puso en marcha una granja avícola que proveyó a toda España de unos huevos de una calidad excepcional… Para ella, la regeneración social solo era posible a partir de una vida en contacto con la naturaleza, alejada del consumo a ultranza, de los dictados de la moda y del ritmo desenfrenado de la ciudad.

Tanto en sus discursos como en sus artículos, llamaba a las mujeres a tener conciencia de su valor y de su capacidad para mejorar la especie humana. A pesar del acoso continuo que la obligó a exiliarse en Portugal, continuó su lucha sin descanso.

Hubo otras masonas que sufrieron persecuciones similares, como fue el caso de Ángeles López de Ayala. Creció en el seno de una familia burguesa liberal de la que algunos miembros eran también masones. No tardó en ingresar en una logia ni en mostrar su compromiso en favor de la autonomía de las mujeres mediante la publicación de numerosos artículos en la prensa liberal. Llegó a estar a cargo de una columna en Las dominicales del libre pensamiento. Declaró abiertamente que la mujer debía liberarse tanto de la influencia de la Iglesia como de la dominación masculina. También rechazaba la monarquía. Estas ideas eran tan radicales que su casa fue incendiada y ella misma fue objeto de dos intentos de asesinato. Aunque estuvo varias veces en prisión, eso no impidió que continuara defendiendo públicamente la masonería.

Igualmente cabe citar a las hermanas Amalia y Ana Carvia, que ingresaron en una logia en 1887 y crearon la Fundación de Huelva, que trabajaba para liberar a la mujer de la moralidad cristiana. Con el fin de alcanzar una visibilidad y audiencia mayores, algunas masonas se asociaron, como fue el caso, en 1889, de Ángeles López de Ayala, Amalia Domingo Soler (novelista y espiritista) y Teresa Claramunt (obrera anarquista). Esto llevó a la creación en Barcelona de la Sociedad Autónoma de Mujeres, cuyo objetivo declarado era motivar a las mujeres de toda clase y condición para que participaran en los debates políticos y culturales.

Las reivindicaciones avanzaban y, finalmente, las mujeres llegaron mucho más lejos de lo que los hombres se esperaban: el compromiso por un mundo mejor y más igualitario guardando el respeto por los esquemas tradicionales se convirtió en una lucha por la liberación de todas las mujeres y en todos los niveles de la sociedad. Siguiendo el ejemplo de Belén Sárraga (incorporada a la masonería en 1896), una de las primeras mujeres médicas de España y partidaria de la separación de Iglesia y Estado, las masonas feministas de los últimos años del siglo XIX, que rechazaban cada vez más la burocracia y la jerarquización de sus miembros, trabajaron por la integración de las mujeres obreras en las logias; una necesidad, según ellas, para la lucha común que se anunciaría en los albores del siglo XX: la obtención de la igualdad de derechos políticos y el sufragio femenino.

 

Christelle Schreiber-Di Cesare es doctora en Estudios Romanos y profesora de la Universidad de Lorraine (Francia). 

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.

FUENTE: https://elpais.com/sociedad/2018/09/26/actualidad/1537964544_186888.html

Museo virtual historia de la masonería

Museo virtual historia de la masonería

https://www2.uned.es/dpto-hdi/museovirtualhistoriamasoneria/index.htm

Revista: CULTURA MASÓNICA Nº 28

Revista: CULTURA MASÓNICA Nº 28

Trescientos años. REFLEXIONES

1717, la Gran Logia de Londres se reúne por primera vez en la taberna The Goose and the Gridiron. Es el comienzo de nuestra historia reciente.

Este número de CULTURA MASÓNICA ha recabado la colaboración de una serie de importantes masones y masonas de las actuales Obediencias españolas para que nos expongan su forma de ver la masonería, sus inquietudes sociales, filosóficas e iniciáticas, su forma de verla y entenderla, en definitiva, trescientos años después de aquella reunión en una taberna de Londres un lejano 24 de junio de 1717.

CONTENIDOS:

Cuadro de colaboradores del presente número

EDITORIAL TRESCIENTOS AÑOS [Ignacio Méndez-Trelles Díaz]

CELEBREMOS EL PORVENIR DE LA MASONERÍA [Nieves Bayo]

LA REGULARIDAD MASÓNICA, ESE «OSCURO OBJETO DEL DESEO»: LEYENDO A DACHEZ Y BERNHEIM [Jesús Gutiérrez Morlote]

MASONERÍA FEMENINA ¿MASONERÍA PARA MUJERES O MUJERES EN MASONERÍA? [Patricia Planas Rufino]

300 AÑOS Y MÁS [Gonzalo Tapia]

EL GRAN ORIENTE DE FRANCIA [Ricardo Fernández]

GRANDE ORIENTE IBÉRICO [Álvaro Marcos Garzón y José Luis Caramés Lage]

LA GRAN LOGIA REGULAR DE ESPAÑA DE MENFIS-MIZRAIM: «UNA VISIÓN DIFERENTE» [Gastón Clerc].

REFLEXIONES SOBRE EL RITO DE MENFIS ANTE EL TERCER CENTENARIO [José Miguel Jato]

IR A CULTURA MASONICA

El Supremo Consejo Masónico de España elige a Antonio Campos Romay como Soberano Gran Comendador

El Supremo Consejo Masónico de España elige a Antonio Campos Romay como Soberano Gran Comendador

14 noviembre, 2016 · por gabrieljaraba

 

El Supremo Consejo Masónico de España ha elegido nuevo Soberano Gran Comendador como presidente de esta jurisdicción masónica en la persona de Antonio Campos Romay, 33º, un destacado masón gallego republicano y socialista que ha sido muy activo en diversos campos sociales, políticos e institucionales. Campos Romay fue un agente decisivo en la extensión universal de la salud pública en España cuando era ministro de sanidad el llorado Ernest Lluch, con quien fue colaborador.

Antonio Campos Romay fue elegido el 12 de noviembre de 2016 por el Soberano Consejo de Gobierno del SCME y ratificado por la Asamblea General de la jurisdicción, en el transcurso de las Grandes Tenidas de Otoño que el Supremo Consejo celebra cada año en Madrid. Su mandato se ejercitará durante los próximos cinco años, a partir del próximo marzo de 2017, cuando tomará posesión de su cargo en las Grandes Tenidas de Primavera, que tendrán lugar en Barcelona.

Antonio Campos Romay sucede en el cargo a Joan-Francesc Pont Clemente, 33º, Soberano Gran Comendador del SCME desde hace siete años, que continuará en el cargo hasta el próximo marzo. Bajo el mandato de Joan-Francesc Pont el SCME ha alcanzado el punto máximo de desarrollo, una ambiciosa orientación filosófica y una importante presencia internacional. Pont Clemente, Doctor en Derecho y catedrático en Derecho Tributario en la Universidad de Barcelona, felicitó a Campos Romay por el nombramiento y elección y afirmó que el nuevo Soberano Gran Comendador era el mejor presidente que el SCME podía tener en estos momentos.

El mandato del nuevo Soberano Gran Comendador se desarrollará con el nuevo centro masónico de Barcelona ya en pleno funcionamiento, como sede federal del SCME y como signo de la orientación federalista de la institución masónica. El próximo año se conmemorará el tercer centenario de la fundación de la masonería moderna y en ese contexto el SCME orientará sus actividades hacia una intensa expansión, consolidación e interacción con la sociedad civil,  como laboratorio de ideas y como dinamizador del debate social.  

El futuro presidente de los Altos Grados Escoceses fue iniciado en Santiago de Compostela en el año 1.989 y fue exaltado al Grado 33 tras más de 25 años de trabajo masónico. Fue primer teniente de alcalde del ayuntamiento de La Coruña en su primera corporación democrática y diputado provincial en dos ocasiones, y fue miembro de la comisión ejecutiva del PSdG-PSOE. Tanto desde sus posiciones políticas como profesionales (es diplomado en Ciencias de la Enfermería) ha favorecido e impulsado todo tipo de iniciativas en torno a la popularización de la salud pública, la educación para la salud y la autoorganización de los ciudadanos para la promoción de la acción social sanitaria. Diplomado también en estudios mercantiles, proviene de una formación autodidacta y es escritor.  En 1982, durante la mobilización contra los vertidos radioactivos, participó en la expedición del Arosa I como representante del gobierno municipal coruñés, asistiendo después como observador a la VII Reunión Consultiva de la Convención Marítima Internacional para la prevención de la contaminación marina celebrada en Londres.

 

 

Fuente: masoneriacivica.wordpress.com