Libro desvela que Franco poseyó información periódica y detallada de masones en el exilio
El periodista Xavier Casinos y el director de la biblioteca Arús de Barcelona, Josep Brunet, desvelan en el libro 'Franco contra los masones' que el general poseyó información 'periódica y detallada' de los proyectos y las reuniones que celebraban los masones españoles en el exilio.
En una entrevista con Efe, Casinos ha explicado que entre el verano de 2006 y poco antes de finalizar ese año, él y Brunet tuvieron la oportunidad de trabajar con cientos de documentos guardados en diez carpetas, ahora depositadas en Barcelona, que contienen, entre otros, informes de la espía A. de. S dirigidos a Franco sobre los masones en el extranjero.
Por primera vez se revelan ahora, en este libro de la editorial Martínez Roca, los textos que escribió esta mujer, de la que, sin embargo, no se desvela su identidad, aunque el lector sí conocerá que se llamaba Anita y que, posiblemente, estaba casada con un miembro de la sociedad secreta.
Casinos y Brunet escriben que los papeles que han podido investigar proceden de un antiguo funcionario del Instituto Social de la Marina, Agustín Méndez, que en el año 1968 fue asignado a trabajar bajo las órdenes del almirante Jesús Fontán Lobe, quien durante la Segunda Guerra Mundial fue jefe de la casa militar de Franco.
El almirante custodiaba en su oficina algunos documentos, entre ellos estas carpetas, cuyo contenido en ocasiones consultaba y enseñaba a algunas personas que lo visitaban.
Méndez, aunque estuvo algo menos de un año en esas dependencias, fue copiando poco a poco cuando se quedaba solo estos informes relacionados con las actividades de la masonería, una obsesión para Franco desde que accedió al poder.
Son un millar de documentos que la agente A. de S. 'fue enviando periódicamente desde Portugal a su contacto de los servicios de inteligencia franquistas. Se trata, en su mayor parte, de informes redactados por la propia A. de S. y cientos de transcripciones de las reuniones de la Asociación Masónica Internacional (AMI), cartas y otros documentos a los que tenía acceso'.
Agustín Méndez los puso a la venta en el año 2004 y, desde entonces, han pasado por varias manos hasta que los autores de este libro han tenido acceso a ellos.
Para Casinos, uno de los documentos más importantes que reproducen en la obra es una carta del primer ministro británico Winston Churchill, también masón, a John Mossaz, gran canciller de la AMI, que entonces tenía su sede en Lisboa, en la que se muestra favorable a mantener, pese a todo, a Franco en el poder ante el peligro de la expansión del comunismo.
Casinos remarca que los masones siempre sintieron aversión por Franco y, desde que acabara la guerra civil, pretendieron restaurar la democracia en España, bien en forma de monarquía parlamentaria en la figura que hubiera sido Juan III, padre de Juan Carlos I, o bien recuperando la República.
Respecto a la leyenda de que Franco había intentado entrar en la masonería, los autores de esta crónica señalan que nunca se ha podido comprobar, aunque sí aluden a que la primera 'supuesta' petición, según el teniente coronel Joaquín Morlanes, habría tenido lugar en el Marruecos español, dirigida a la logia Lukus de Larache, y fueron los propios militares masones de la logia los que se opusieron.
La segunda solicitud la habría tramitado Franco en 1932 en Madrid y también en esa ocasión sería rechazado por los militares miembros de la logia, entre ellos su propio hermano Ramón.
Aunque Franco, según sostienen Casinos y Brunet en el libro, se llevó a la tumba la verdadera razón de su obsesión antimasónica, entienden que está claro, analizando sus escritos y sus discursos, que habría una razón política -los principales dirigentes republicanos eran masones- y también se debería indagar en el entorno familiar, ya que 'sabido es el odio que sentía hacia su padre, del que se ha dicho que era masón'.
En una entrevista con Efe, Casinos ha explicado que entre el verano de 2006 y poco antes de finalizar ese año, él y Brunet tuvieron la oportunidad de trabajar con cientos de documentos guardados en diez carpetas, ahora depositadas en Barcelona, que contienen, entre otros, informes de la espía A. de. S dirigidos a Franco sobre los masones en el extranjero.
Por primera vez se revelan ahora, en este libro de la editorial Martínez Roca, los textos que escribió esta mujer, de la que, sin embargo, no se desvela su identidad, aunque el lector sí conocerá que se llamaba Anita y que, posiblemente, estaba casada con un miembro de la sociedad secreta.
Casinos y Brunet escriben que los papeles que han podido investigar proceden de un antiguo funcionario del Instituto Social de la Marina, Agustín Méndez, que en el año 1968 fue asignado a trabajar bajo las órdenes del almirante Jesús Fontán Lobe, quien durante la Segunda Guerra Mundial fue jefe de la casa militar de Franco.
El almirante custodiaba en su oficina algunos documentos, entre ellos estas carpetas, cuyo contenido en ocasiones consultaba y enseñaba a algunas personas que lo visitaban.
Méndez, aunque estuvo algo menos de un año en esas dependencias, fue copiando poco a poco cuando se quedaba solo estos informes relacionados con las actividades de la masonería, una obsesión para Franco desde que accedió al poder.
Son un millar de documentos que la agente A. de S. 'fue enviando periódicamente desde Portugal a su contacto de los servicios de inteligencia franquistas. Se trata, en su mayor parte, de informes redactados por la propia A. de S. y cientos de transcripciones de las reuniones de la Asociación Masónica Internacional (AMI), cartas y otros documentos a los que tenía acceso'.
Agustín Méndez los puso a la venta en el año 2004 y, desde entonces, han pasado por varias manos hasta que los autores de este libro han tenido acceso a ellos.
Para Casinos, uno de los documentos más importantes que reproducen en la obra es una carta del primer ministro británico Winston Churchill, también masón, a John Mossaz, gran canciller de la AMI, que entonces tenía su sede en Lisboa, en la que se muestra favorable a mantener, pese a todo, a Franco en el poder ante el peligro de la expansión del comunismo.
Casinos remarca que los masones siempre sintieron aversión por Franco y, desde que acabara la guerra civil, pretendieron restaurar la democracia en España, bien en forma de monarquía parlamentaria en la figura que hubiera sido Juan III, padre de Juan Carlos I, o bien recuperando la República.
Respecto a la leyenda de que Franco había intentado entrar en la masonería, los autores de esta crónica señalan que nunca se ha podido comprobar, aunque sí aluden a que la primera 'supuesta' petición, según el teniente coronel Joaquín Morlanes, habría tenido lugar en el Marruecos español, dirigida a la logia Lukus de Larache, y fueron los propios militares masones de la logia los que se opusieron.
La segunda solicitud la habría tramitado Franco en 1932 en Madrid y también en esa ocasión sería rechazado por los militares miembros de la logia, entre ellos su propio hermano Ramón.
Aunque Franco, según sostienen Casinos y Brunet en el libro, se llevó a la tumba la verdadera razón de su obsesión antimasónica, entienden que está claro, analizando sus escritos y sus discursos, que habría una razón política -los principales dirigentes republicanos eran masones- y también se debería indagar en el entorno familiar, ya que 'sabido es el odio que sentía hacia su padre, del que se ha dicho que era masón'.
Terra Actualidad - EFE |
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