Un presidente negro blanqueado por la historia
JUAN JOSÉ NIETO
En el cementerio de Manga, en Cartagena, el antiguo y majestuoso mausoleo en donde está enterrado Juan José Nieto— el único presidente negro que ha tenido Colombia—sucumbe a su ruina.
Las placas de mármol han sido despojadas de su sitio y la imagen del prócer ha desaparecido. Su imagen ha sido blanqueada. Y su nombre se ha fantasmalizado más allá de su muerte. Se ha vuelto invisible.
Su retrato en el Museo Histórico de Cartagena también sufrió un proceso de blanqueamiento. En los libros de historia prácticamente fue desterrado. Las pocas imágenes suyas fueron tergiversadas. Su verdadero rostro se volvió blanco.
No hay en Cartagena una señal y un rastro que dignifique su memoria. Juan José Nieto fue uno de los grandes estadistas que vivió y murió en Cartagena.
Pero más allá de haber sido el primer presidente negro de Colombia, Juan José Nieto puso en marcha y ejecutó el estatuto que abolió la esclavitud apenas se posicionó como gobernador de Cartagena.
Aquello ocurrió el 1 de enero de 1852 en una ceremonia realizada en la Plaza del Matadero, hoy Parque del Centenario. Ante una multitud de negros y mulatos, Nieto anunció emocionado que desde ese día se acabarían los esclavos en la Nueva Granada. Consideró que ese era un día inolvidable, bello, histórico para la ciudad y el país. Es “el día en que ha desaparecido para siempre de entre nosotros el odioso título de señor y de esclavo, y en que ninguno de nuestros hermanos lleva colgado al cuello la ponderosa, la negra cadena de la servidumbre”.
Alertó a toda la comunidad descendientes de africanos de que aquello no significaba la emancipación desenfrenada, sino el principio de la dignidad “no para sustraernos a las obligaciones a que están constituidos los que viven en sociedad” y para respetar y defender la Constitución y las leyes.
Precisó aquel día que la igualdad “tantas veces mal entendida” está inmersa en unas jerarquías humanas dentro de la sociedad, pero que existe un orden que es la eterna ley del mundo, contra cuyo orden no hay poder que se resista”.
Animó a aquellos hombres y mujeres cartageneros al aludir su propia historia personal y recordar que “de la nada hemos visto salir muchos grandes hombres”. Aconsejó ser “industriosos, aplicados constantemente al trabajo como fuente de felicidad, pues de otro modo, si a fuerza de hombres libres os entregáis a la holganza, y a los vicios, terminareis por ser criminales, y una carga a la sociedad, que acabará por arrepentirse de haber roto vuestras cadenas con sus propias manos... esforzaos por merecer las dos supremas bendiciones que la Divina Providencia reserva para sus escogidos: ¡Libertad—mis hermanos—en la tierra, y bienaventuranza en el cielo!”.
Una lluvia de aplausos resonó en la plaza para celebrar a Juan José Nieto. Esa misma proclama de libertad fue expresada en Corozal, Sincelejo, Barranquilla, Chinú, Sabanalarga, Lorica, entre otras ciudades, en donde fueron liberados muchos compatriotas esclavizados.
La vida ignorada y destellante de Juan José Nieto es un acontecimiento fulgurante en la historia de Colombia en el siglo XIX. Una de sus iniciativas como gobernante fue la de establecer la educación primaria gratuita, tuvo conflictos con la iglesia católica cuando propuso prescindir del diezmo y fue víctima de intrigas políticas cartageneras por ser el líder de los masones en la ciudad y el país y propugnar por la igualdad y la reinvidicación de los derechos del pueblo.
Muchos políticos de la época de manera sesgada le echaban en cara su origen humilde y decían que gracias a sus dos esposas cartageneras aristocráticas— una de ellas, prima de Rafael Núñez— Nieto logró entrar a la hermética y conflictiva sociedad cartagenera. Un célebre historiador cartagenero se refería a la entrada de los montunos hacia Cartagena, refiriéndose a la avalancha de seres como Juan José Nieto, pobre y criado en las orillas. Pero no podría entenderse el destino político de Cartagena, tenso, errático y excluyente, sin detenerse a revisar los aportes de la obra política y literaria de este hombre ahora invisible, y cuya imagen también ha sido desterrada del cementerio de Manga.
LA GRANDEZA DEL INVISIBLE
Juan José Nieto nació el 24 de junio de 1804 en la Loma de la Puerta, en Cibarco, en cercanías a Baranoa. Una de sus facetas novelescas fue su nombramiento de coronel, luego de participar en diversos combates en Mompox y Ocaña, y su condena al pelotón de fusilamiento, pena que le fue conmutada por cárcel.
Era hijo de Benedicta Gil y Tomás Nieto, fabricantes de mechas de algodón para velas que vendían en diversos pueblos del Caribe, y a veces, arribaban a Cartagena, y las ofrecían en el mercado local. Los padres del escritor se vinieron a vivir a Cartagena, luego de la Independencia.
El señor Tomás se consagró en Cartagena, además de las mechas de algodón, como partero, curandero y albañil.
Juan José Nieto, a sus diecisiete años había sido escribiente del comerciante canario José Palacio y Ponce de León. Se enamoró de una de las hijas del comerciante, María Margarita, y se casó con ella en 1827. Tuvo desde temprano una fama de lector voraz, autodidacta obstinado, santaderista consumado y amante del liberalismo francés. Animado por ese espíritu, escribió a sus treinta años, el folleto “Derechos y deberes del hombre en sociedad”.
Poco tiempo después, falleció su esposa, y el joven viudo se consagró a dos de sus pasiones definitivas: la literatura y el ejercicio de la política. A los treinta y cuatro años, contrajo matrimonio con Teresa Cavero, hija de Ignacio Cavero, prócer de la Independencia de Cartagena.
Participó en la revolución de los Supremos en 1840 al lado del general Carmona. En Tescua fue apresado por Mosquera, quien lo envió a Bocachica y a Chagres, Panamá. Durante esos años escribió las novelas su primera novela “Rosina”, publicada por entregas en el periódico La Democracia, de Cartagena, desde el 11 de julio hasta el 10 de octubre de 1850). La escribió en el tiempo en que estuvo prisionero en el Castillo de Bocachica y luego en Chagres, Panamá.
La novela “Ingermina o la hija de Calamar” (Recuerdos de una conquista 1533-1537), apareció publicada en dos tomos, en 1844, luego de cinco años de clandestinidad en Kingston, Jamaica. Fue considerada por Curzio Altamar, como la primera novela histórica de Colombia.
Es una de tres novelas históricas de Nieto, cuyo escenario es la conquista y la colonia, y su percepción se encamina a nombrar por primera vez entre nosotros, una noción de región costeña desde la provincia de Cartagena.
No hay que olvidar que uno de los primeros libros sobre regionalismo en el Siglo XIX lo escribe Juan José Nieto en 1839: “Geografía histórica, estadística y local de la provincia de Cartagena”, considerada por Orlando Fals Borda, como “la primera geografía regional de Colombia”, citado por el colombianista norteamericano Raymond Williams, en su ensayo “Novela y poder en Colombia (1844-1987).
Esa novela narra los amores difíciles y perdidos entre Alonso de Heredia con la princesa indígena Ingermina. Más tarde publicó “Los moriscos”.
En ese destierro de cinco años en Kingston, Nieto aprendió el inglés, se dedicó a la literatura, leyó con pasión a los franceses Víctor Hugo, Alejandro Dumas, Sue y Lamartine.
Su vida fue intensa.
Nieto desempeñó diversos cargos públicos. Fue elegido representante a la Cámara para el período 1850-1852, se posesionó en la gobernación el 22 de julio de 1851, decretando en 1852 la expulsión del obispo Pedro Antonio Torres. Fue Gobernador por elección popular en 1854, primer presidente constitucional del Estado Soberano de Bolívar, entre 1860 –1865. Reelegido gobernador, de acuerdo con la nueva Constitución de 1853.
Tuvo varios hijos naturales en la ciudad y pueblos vecinos, entre los cuales, uno llamado Lope, que tuvo cierta figuración al lado de su padre. Escribió la “Geografía histórica, estadística y local de la provincia de Cartagena”, que Fernando de la Vega llamó "útil arca de noticias". Ese año se lanzó como candidato a diputado a la Cámara Provincial de Cartagena y fue elegido por primera vez. Allí presentó un proyecto de Constitución Federal que la corporación rechazó. Ingresó a la masonería en calidad de aprendiz de la logia Hospitalidad Granadina No. 1, matriz de toda la masonería colombiana, de la que llegó a ser máxima autoridad como Soberano Gran Comendador, de 1849 a 1850 y de 1860 a 1865.
Alcanzó a preparar un Diccionario mercantil español-inglés e inglés-español, de gran utilidad práctica, pero desafortunadamente desaparecido. Escribió también una obra teatral “El hijo de sí propio”, representada por aficionados bajo la dirección del mismo Nieto.
Murió el 16 de julio de 1866.
Un inmenso silencio desolador como hojas arrastradas por el viento caen sobre su tumba.
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