Libro: La puta de Babilonia
* Los alienantes fanatismos, que siempre nacen del vientre de la ignorancia, del desencanto y de las incertidumbres colectivas, constituyen renovadas expresiones del oscurantismo, capaces de parir algunas de las peores tragedias de nuestro tiempo.
HUGO ACEVEDO
En "La puta de Babilonia", el escritor colombiano Fernando Vallejo construye un polémico ensayo crítico, que denuncia algunos de los peores crímenes cometidos por la Iglesia en el curso de la historia y apunta a demoler los fundamentos mismos de la ideología cristiana.
Vallejo, que es un escritor de sólido prestigio tanto en su país como en el extranjero, es autor de "La virgen de los sicarios", "El desbarrancadero" y "La rambla paralela".
Es muy conocido su ciclo de novelas autobiográficas, que fueron agrupadas bajo el título "El río del tiempo".
Asimismo, la producción de Vallejo también se proyectó al ensayo científico, con recordados títulos como "La tautología darwiniana" y el "Manualito de imposturología física".
En 2003, ganó el prestigioso "Premio Rómulo Gallegos", cuya dotación de 100.000 dólares donó a una fundación protectora de animales.
En esta nueva obra, el autor construye un sólido alegato anticlerical, con el propósito de demoler algunos de los mitos más arraigados en el imaginario colectivo.
Mediante una verba casi siempre exacerbada, Vallejo desarrolla un ensayo de largo aliento de más de trescientas páginas, en el cual edifica su visión claramente revisionista en torno a la milenaria historia de la Iglesia y el dogma cristiano.
Este libro está concebido mediante un lenguaje de tono demoledor y hasta irreverente, que puede resultar ofensivo para la fe y las convicciones de la comunidad católica.
Sin embargo, el trabajo merece atención por su alto valor testimonial, que confronta acontecimientos reales y profusos documentos, cuya veracidad el escritor intenta y, en algunos casos, logra refutar.
No es novedad que la historia del cristianismo y de la Iglesia siempre ha sido materia de agrias y recurrentes controversias, particularmente en lo que atañe a las atrocidades cometidas en el pasado.
Los aberrantes crímenes perpetrados por la denominada santa inquisición, las sangrientas cruzadas y el cuestionable papel del clero en la conquista de América, abonan las tesis de los críticos e historiadores revisionistas.
En nombre de la fe y de Dios, la Iglesia envió a miles de disidentes a la hoguera, bajo la acusación de brujería y herejía. Esa imputación subjetiva y genérica pretendió justificar los peores crímenes y atropellos a los derechos humanos de los que se tenga memoria.
Aunque contemporáneamente algunos pontífices hayan esbozado tibios perdones no muy convincentes, la magnitud de las atrocidades cometidas constituye una ominosa mancha al prestigio de una de las instituciones más poderosas de todos los tiempos, con millones de fieles en todo el mundo.
No es menos inaceptable el discurso bastante obsoleto de la Iglesia en torno a temas de permanente debate y renovada actualidad, como el aborto, los métodos anticonceptivos, el celibato, el divorcio y los legítimos derechos de las uniones libres de pareja.
La corporación eclesial se ha negado contumazmente a discutir todos estos asuntos, que, más allá de meras creencias, refieren a problemas inherentes a nuestra cotidianidad, los cuales no pueden ni deben ser soslayados por la sociedad contemporánea.
En estas materias, la permanente negativa a asumir una actitud de apertura conspira claramente contra la propia credibilidad de la Iglesia Católica.
"La puta de Babilonia", que obviamente refiere peyorativamente a la Iglesia, mixtura el trabajo de investigación histórica con el ensayo de sesgo crítico.
Soslayando todo criterio cronológico, Fernando Vallejo se interna en los entretelones de una historia tan milenaria como compleja, salpicada de escándalos y tragedias colectivas de estremecedora magnitud.
Renunciando de plano al abordaje cronológico del tema, el autor lanza todas sus baterías contra el cristianismo, poniendo bajo la lupa particularmente a la Iglesia Católica, incluso desde antes de su propia fundación.
Pese a que el tono y el léxico empleados por el escritor pueden resultar demasiado virulentos, ello para nada empaña el propósito del arrojar luz sobre acontecimientos que aún constituyen materia de análisis y controversia.
Fernando Vallejo rompe el fuego de su fuerte alegato evocando una masacre sucedida en el año 1209, cuando, mandatado por el Papa Inocencia III y al frente de un ejército de asesinos, el monje Arnoldo Amalrico sitió la ciudad francesa de Béziers, baluarte de los albigenses occitanos, con la exigencia que le entregaran a un grupo de personas acusadas de herejía.
Como no se respondió a la demanda de la legación papal, el poblado fue tomado y saqueado y sus habitantes terriblemente masacradas por la salvaje fuerza de exterminio.
La descripción de esa carnicería, que tuvo un nefasto saldo de más de 20.000 víctimas, constituye una minuciosa crónica del terror genocida.
A partir de la recreación de esa estremecedora hecatombe, Fernando Vallejo comienza a construir el cuerpo de la prueba, mediante la cual asume un severo juicio contra la Iglesia Católica Apostólica Romana.
Aunque la mayoría de los conceptos vertidos se apoyan en la contundencia de irrefutables pruebas históricas, no resulta en cambio compartible algunas aseveraciones del autor.
Vallejo considera, por ejemplo, que si la antigua Roma hubiera exterminado a todos los cristianos, le hubiera ahorrado muchos males a la humanidad.
Esa afirmación es una suerte de aval a algunas de las peores masacres perpetradas por alienados emperadores romanos, que asesinaron y violaron impunemente los derechos humanos de esclavos y opositores políticos.
Más allá de esa circunstancial discrepancia, es indudable el valor testimonial que tiene este trabajo, que recrea múltiples situaciones de abuso de poder por parte de papas y altos dignatarios de la Iglesia Católica a través de la historia.
Fernando Vallejo penetra osadamente la epidermis de la arquitectura del clero cristiano, para denunciar deleznables intrigas, horrendos asesinatos, actos de corrupción y la doble moral de una institución que casi siempre barrió sus lodos y miserias bajo la alfombra de la impunidad.
Una de las pruebas contemporáneas de esas actitudes dubitativas y casi siempre deliberadamente alusivas, es la tibia reacción de las autoridades vaticanas ante las denuncias de pedofilia y abuso sexual cometidos por sacerdotes.
Según lo consignado en este libro en base a numerosos testimonios, esas prácticas inmorales y reñidas con la fe cristiana siempre fueron habituales en la Iglesia.
Aunque la proliferación de nombres, fechas y acontecimientos puede abrumar por momentos al lector, todas las imputaciones están apoyadas en un sólido y concienzudo trabajo de investigación.
Fernando Vallejo consagra un buen tramo de este libro a censurar ácidamente los habituales "matrimonios" de la Santa Sede con el poder, particularmente con algunos regímenes autoritarios del siglo pasado.
En tal sentido, no escatima críticas a las actitudes complacientes y en algunos casos hasta de abierta complicidad, con el fascismo, el franquismo y el nazismo.
Uno de los centros de la crítica es naturalmente el Papa Pío XII, a quien el autor acusa de ignorar deliberadamente las masacres perpetradas por Adolfo Hitler, no sancionar debidamente a prelados colaboracionistas y modificar radicalmente su postura cuando se comenzó a avizorar la victoria militar de los aliados.
Fernando Vallejo va aún más lejos, cuando, mediante la confrontación de numerosos escritos de época, apunta a negar la existencia del propio Jesucristo.
Ese profuso bagaje documental le permite arrojar un manto de duda en torno a muchas certezas y atacar directamente el corazón mismo del dogma cristiano.
"La puta de Babilonia" es un libro osado y revulsivo, que realimenta abundantemente la controversia en torno a la historia de la Iglesia Católica y el cristianismo como corriente ideológica.
Aunque el lenguaje empleado tiene un acento inusualmente exacerbado que lo torna claramente inconveniente para los lectores creyentes, se trata de un trabajo sólido, muy bien documentado y de alto valor testimonial.
Fernando Vallejo no teme ingresar en el ojo de la tormenta, cuando denuncia muchas de las atrocidades del pasado, con particular énfasis en los terribles crímenes perpetrados por la inquisición.
Más allá de la mera puntualidad de los planteos, esta obra coadyuva a reactivar un necesario debate en torno al papel de las religiones, confrontadas a una sociedad contemporánea caracterizada por el impetuoso rebrote de los fanatismos y los apócrifos mesianismos. *
(Editorial Planeta)
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