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MASONERÍA DE CASTILLA Y LEÓN

“Envuelta en su harapos desprecia cuanto ignora”

“Envuelta en su harapos desprecia cuanto ignora”

NOTA: Los administradores de este Blog han considerado necesario y procedente la publicación de este comentario por su calidad, claridad y altura. Gracias al Q.·.H.·. Enrique Perez Roda por participar en este espacio digital de librepensamiento y opinión.

Su Santidad León XII, remedando a un autor clásico, escribía en cierta ocasión: “Es necesario esforzarse enérgicamente para refutar las mentiras falsedades recurriendo a las fuentes. Sobre todo es necesario tener presente que la primera ley de la Historia es no atreverse a mentir; la segunda atreverse a decir verdad” En la España actual existe ciertos publicistas que pisotean con la mayor impunidad estas dos leyes historiográficas fundamentales enunciadas por el Papa hace algo más de un siglo, teniendo la osadía de acudir a las fuentes documentales para distorsionarlas y extraer de ellas versiones ciertamente torticeras de la Historia. A esta manipulación imperdonable no se recatan en añadir juicios peregrinos cuando hablan o escriben sobre instituciones o personas, rayando irremisiblemente en la difamación más deplorable. Tal es el caso de un libro de divulgación de Durán y Dávila recientemente publicado, de cuyo titulo no quiero acordarme.
El libelo en cuestión contiene tal sinnúmero de acusaciones aviesas e infundadas contra el Presidente de Gobierno que podría ser objeto de los tribunales de justicia. Es cierto que en su conjunto no merece sino el olvido, pero alguna vez hay que atreverse a denunciar a los tramposos y poner las cosas en su sitio. En mi calidad de profesor universitario de Historia de la Educación y de investigador de Historia de la Masonería , especialidades a las que he dedicado casi treinta años ininterrumpidos de trabajo y decenas de publicaciones científicas, deberes exclusivamente académicos y morales me impulsan a ocuparme hoy de su capitulo segundo en concreto. Vaya por delante que no soy un admirador del Sr. Rodríguez Zapatero precisamente, pero la crítica debe hacerse con rigor y sin faltar a la verdad.
Según reza en su titulo, el capitulo que nos ocupa pretende demostrar que Don José Luis Rodríguez Zapatero es un deudor de una poderosa herencia masónica, fruto de la cual procedió a afiliarse él mismo en las logias. Para ello sus autores relatan la pertenencia de su abuelo paterno, capitán Juan Rodríguez Lázaro, a la Logia Emilio Menéndez Pallares nº 15 de León, hecho real pero ultradimensionado en su significado; hinchan desmesuradamente lo efecto numéricos de la masonería leonesa durante la Segunda República, patraña falaz urdida, previa tergiversación de los datos históricos desprestigian e infaman a la Orden del Gran Arquitecto del Universo, ironizando soezmente sobre sus ritos y defendiendo ignominiosas tesis conspirativas; y en todas estas maniobras de confusión y engaña mezclan perversamente a la Fundación Sierra Pambley, sobre la que no se privan de lanzar juicios gratuitos que en ningún momento prueban. El punto cumbre del capitulo lo constituye una inventada pertenecía las logias de Don José Luís Rodríguez Zapatero, especie que ya había sido difundida temerariamente por el visionario Ricardo de la Cierva y cuya trama falsaria ha sido recientemente descubierta. Pero vayamos por partes.
Juan Rodríguez Lozano ingreso efectivamente el 22 de agosto de 1933 en la logia Menéndez Pallares y llego al estadio de compañero masón. Los autores del libelo consideran que con ese hecho adquirió un inimaginable poder de influencia, que naturalmente aprovecho en beneficio propio. En sus dos años de afiliación no paso sin embargo del grado de compañero, no asumió cargo ni responsabilidad alguna en su logia madre y no desempeño actividades masónicas conocidas. Una trayectoria sustancialmente anodina e intrascendental para su vida militar y política Dada la insignificancia masónica de Juan Rodríguez Lozano, ni siquiera fue recogido su nombre por Manuel de Paz en su imprescindible diccionario Militares masones en España. Situación diferente fue la del tío abuelo de Ricardo de la Cierva, el abogado y ferviente republicano don Julián de la Cierva Peñafiel conocido en las logias como Gambeta y que como ya desvelo el profesor J. A Ayala en su libro publicado en 1986 sobre la Masonería en Murcia, llego al grado de Maestro al menos ocupo el cargo de Venerable de la Logia Vigilancia de Murcia entre 1884 y 1985; o la del propio abuelo de Ricardo de la Cierva, el también abogado don Juan de la Cierva Peñafiel que ingreso en la misma logia que su hermano Julián y que alcanzo igualmente el Grado de Maestro. Los autores del libelo, obsesionados por la existencia de redes ocultas de influencia masónica, ponen como ejemplo de la influyente mano de las logias dos cartas de recomendación a Martines Barrios a favor de Rodríguez Lázaro. Por lo que sabemos, las cartas no tuvieron ningún efecto, y desde luego en ninguno de los dos documentos existe la más leve referencia ni alusión masónica.
Si para exagerar el masonismo del abuelo paterno del Presidente, los autores del libelo se han basado en una interpretación sesgada y desajustada de los datos reales, para cargar las tintas sobre la importancia de la masonería leonesa a la que perteneció se han dedicado simple y llanamente al fraude historiográfico. Así, tras enumerar los expedientes de los talleres masónicos leoneses conservados en el Archivo General de Salamanca, sin el menor decoro hacen la siguiente afirmación: “En la provincia de León, durante la Segunda República funcionaban, a parte de la citada logia Menéndez Pallares, otras ocho logias. Por orden de expedientes son: Legionense de Apio Herdonio nº 299, Libertad nº 3, Luz de León nº 57, Pelícano nº 85, Razón Libre, Unión Fraternal nº 205, Asturica nº 11 de Astorga, e Hijos de la Constancia nº 395”. Y poco más adelante no se recatan en asegurar que “según esos mismos listados... el número total de hermanos masones ascendía a ciento dieciséis”. Pues bien, lo que contienen realmente los expedientes mencionados por los autores del libelo como pretendida prueba documental irrefutable son únicamente documentos del siglo XIX, excepción hecha de los referidos al triangulo Libertad nº 3 a la Logia Menéndez Pallares y a la Logia Artúrica de Astorga. Ya en 1996 el profesor Luís Martín demostró en su libro la Masonería en Castilla y León en el siglo XIX que la inmensa mayoría de los talleres masónicos enumerados habían ya desaparecido en 1894, y eso en el mejor de los casos. Lo más notable es que por ofuscación, por ineptitud o sencillamente por menosprecio al lector, los apéndices del panfletillo reproducen varios de estos documentos, fechados, evidentemente entre 1887 y 1890. Y es que durante la II República solo existió en León capital el Triangulo Libertad nº 3; que se convirtió en la logia Menéndez Pallares nº 15 a mediados de 1932; y el numero documentado de hermanos masones fue de quince apenas, incluyendo esta cifra a los que ya se habían dado de baja en diciembre de 1931. La impericia lleva a los autores a confundir triángulos y logias con Capítulos Rosa Cruz y otros organismos masónicos, pero este tipo de errores se debe probablemente más a la ignorancia que a otra cosa y no merece la pena detenerse ahora en esto.
Establecida con tamaña fidelidad la importancia numérica de los efectivos masónicos de León, los libelistas especulan sobre la maldad intrínseca de as logias. De esa forma el factor numérico añadan la condena moral y configuran el marco adecuado a sus propositos. De partida para ellos las liturgias masónicas son ridículas y extremadamente estrafalarias y grotescas, mostrando en ese punto una impertinencia y falta de respeto propios de las personas altaneras y extremadamente dogmáticas. No sé lo que podrían pensar de tan frívolos juicios masones convencidos como W Churchill, J. W Goethe, O. Wilde, R Kipling, M. Chagal, S. Ramón y Cajal, Arturo Soria, Isaac Peral, los 14 presidentes de los Estados Unidos y los al meno 12 premios Nóbel, 7 de ellos de la Paz. Personalmente tras estudiar durante años miles de documentos y decenas de rituales masónicos españoles del siglo XIX saque conclusiones diametralmente apuestas a las difundidas en el libelo. De hecho el libro que publique con el resultado de mi investigación lo titule intencionadamente: La masonería, escuela de formación del ciudadano. Cuando uno lee las paginas dedicadas a los ritos masónicos en el panfleto de marras, no puede evitar incluir a sus autores en el verso de Machado: “envuelta en su harapos desprecia cuanto ignora”.

Pedro Álvarez Lázaro.
Instituto de invetigación sobre Liberalismo, Krausismo y Masonería.
Universidad Pontificia Comollas de Madrid

1 comentario

Suetonius -

Excelente artículo del Sr. Álvarez Lázaro, avalado por su experiencia y labor en el mundo académico. No pueden decir lo mismo los escritores del libelo, cuyo título por cierto es "La Gran Revancha", Carlos Dávila e Isabel Durán.

Ambos periodistas de COPE como C.Vidal ambos con títulos mal escritos y peor documentados.

Pd. Con este tipo de títulos uno se pregunta por cierto a quien corresponde y ejecuta "La Gran Revancha".