Derechos Humanos: Intervención del Gran Maestro de la GLSE
El pasado día 10 de diciembre de 2008, con motivo del 60º Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos tuvo lugar en Barcelona en la Sala de la Cúpula del Museo Nacional de Arte Contemporáneo una conferencia-coloquio con la participación de diversas personalidades. El Gran Maestro de la GLSE Jordi Farrerons inició el acto con una intervención que por su valor e interés reproducimos a continuación.
Buenas tardes a todo el mundo,
En primer lugar, quiero expresar en mi nombre y en el nombre de la institución que represento, la Gran Logia Simbólica Española, mi sincero agradecimiento al Consejero de Cultura y Medios de Comunicación de la Generalitat de Catalunya, el Hble. Sr. Joan Manuel Tresserras, por el soporte y colaboración recibos en la organización de este acto de conmemoración del 60º Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Agradecimiento que destaco de manera especial por una doble vertiente: es la primera vez desde la reinstalación de la Generalitat de Catalunya que un Consejero comparte un acto público con la Gran Logia Simbólica Española, este hecho remarcable nos demuestra que la convivencia democrática se está implantando en casa nuestra y que, poco a poco, la masonería recupera su reconocimiento social como institución libre y plural que es. Y por otra parte quiero hacer especial mención en la persona del consejero que, por encima de una institución, encontramos en él una persona lejos de cualquier afán de protagonismo y que lo hace sencillamente porque cruz en la importancia de la lucha en favor de los Derechos Humanos, cosa de la que nunca ha hecho un alarde público.
Agradecer también la participación e implicación desde un primer momento al Instituto de Derechos Humanos de Catalunya, representado hoy por su Directora y también Gerente, Aïda Guillén. Entidad de peso y bastante reconocida por su sentido reivindicativo en favor de la libertad y la democracia.
Y, cómo no, el agradecimiento al señor José Antonio Martín Pallín, persona de larga, preciada y reconocida trayectoria en la lucha en favor de los Derechos Humanos.
Voz crítica con las injusticias sociales.
Persona comprometida e incansable. Parte de este esfuerzo se le reconoció públicamente en el año 2006 cuando se le otorgó el Premio Nacional de los Derechos Humanos.
Y destaco que solo una parte, ya que este tipo de accionas nunca tienen el reconocimiento suficiente. Púas a menudo, para llevarlas a término, se renuncia a una parte de la propia existencia porque, de alguna manera, laso libramos a los demás, mucho más necesitados.
Hoy hace 60 años que a la Asamblea General de las Naciones Unidas un grupo de hombres y mujeres de diferentes culturas y creencias religiosas aprobaban y firmaban en París, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El primer documento en la historia de la humanidad que situaba los derechos humanos a escalera mundial forzando, de esta manera, la primera frontera a la soberanía total de los Estados.
Su firma la convertía en el primer punto de partida teórico que, por primera vez, consideraba de manera explícita – tal como se recoge en su Preámbulo- que la libertad, la justicia y la paz en el mundo se fundamenta en el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de la igualdad de derechos de toda la humanidad.
Por primera vez, se utilizaba la palabra “familia humana” como símbolo de unidad y de igualdad entre los seres humanos. Se reconocía que el desconocimiento y menosprecio por los derechos humanos eran, y serían, la principal base sobre la cual se perpetraban vergonzosos y repudiables actos contra la humanidad y que, por lo tanto, había que un reconocimiento por parte del Derecho.
En este sentido, justo es decir que, pese a que este documento no consta de una forma jurídica para su aplicación, el peso moral por su incumplimiento, otorga a la Declaración una importantísima posición de cara a sanciones aplicadas de tipo jurídico dentro del Derecho Internacional. Y justo es decir también que el peso moral por su incumplimiento deviene una importante arma de cara a sanciones de tipo jurídico.
Que el reconocimiento de los derechos humanos se plantease como una cuestión a la que había que otorgarle un carácter universal no fue pero como consecuencia del resultado de un hecho puntual que surgía fruto de la casualidad del momento, o como consecuencia, por ejemplo, de la desastrosa situación en que quedó Europa después de la II Guerra Mundial.
Que las consecuencias de la II Guerra Mundial aceleraron su proclamación, es obvio. Ahora bien, sin ánimo de extenderme demasiado, es preciso tener presente que, el concepto de “Derechos Humanos”, surge por primera vez, en las denominadas sociedades occidentales laicas del Siglo XVIII, desde la base de un convencimiento puramente intelectual y como símbolo de un progreso moral para el espíritu humano independiente de cualquier connotación o creencia religiosa.
Y es a partir de este punto que deseo remarcar que, las aportaciones de la masonería en la construcción de la ciudadanía, las libertades públicas, la secularización o la democracia, históricamente, siempre han sido importantes. Discretas e importantes. Y lo hago hasta el punto de constatar que, la primera idea y debate sobre los Derechos Humanos, se origina en el sí de la masonería dejando su impronta y desde un principio, en las revoluciones americana o francesa.
La contribución de VOLTAIRE, HELVETIUS o FRANKLIN, miembros los tres de la Logia “DES NEUF SOEURS” de París, en la elaboración de parte de la base sobre la cual se fundamentó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano al inicio del proceso revolucionario de 1789, es un hecho.
Pese a que esta Declaración fuese aún “deficitaria” en cuanto a “derechos” fue la primera herramienta, con la que, y a partir de entonces, se iría construyendo el primero de los fundamentos que establecían las bases en favor de una sociedad más libre. Por lo tanto, más democrática.
Como también son una constatación las aportaciones hechas por parte de masones como CONDORCET y DESMOULINS en la versión más socializadora del movimiento de proclamación y ampliación de derechos que surgían de la Revolución francesa.
La trilogía de LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD comenzó en marcar el símbolo sobre el cual se guiaban las visiones que otorgaban una nueva dimensión a la sociedad existente. Una nueva dimensión que se alejaba de la concepción feudal que daría paso a una nueva visión del mundo, más abierta y libre.
La misma trilogía que compartamos los masones de cualquier parte del mundo que ha sido y es el hilo conductor a través del que se intenta incidir en este arduo trabajo que implica la extensión y universalización de los Derechos Humanos.
El año 1864, una Logia masónica de Londres, ST. MARTINS’S HALL, acogía en si, lo que dio paso a la fundación de la primera organización de la clase obrera, la E Internacional.
Y, años más tarde, el año 1888, la francmasonería francesa colaborará activamente en la fundación de la II Internacional.
Los avances en materia de libertad y democracia se iban consiguiendo de manera escalonada hasta llegar, en el último tercio del siglo XIX y los primeros años del Siglo XX a una visión más llena que surgía de la voluntad de extender estos derechos garantizando el acceso a la formación, la información y la cultura para todas las personas. Hecho que implica un firme compromiso con el despliegue de una educación universal y laica que permita a los seres humanos gozar en plenitud de sus propias posibilidades: la libertad absoluta de conciencia.
Aquí es donde situamos a numerosos maestros y pedagogos, también masones, como Francesc Ferrer i Guàrdia, fundador y promotor de la Escuela Moderna. Impulsor de la Liga Internacional para la Educación Racional de la Infancia y que el próximo año, conmemoraremos el centenario de su injusta muerto.
Estas y otros referencias que forman parte de la íntima relación que siempre ha existido entre la masonería y la lucha por la defensa de los Derechos Humanos son sólo algunas que, creo, pueden ayudar en comprender de una manera llana pero concisa a las personas ajenas a la masonería el motivo por el que la Gran Logia Simbólica Española, como institución, plantea un acto de celebración como el de hoy .
Referencias de entre las que no puedo ni podemos olvidar el compromiso de la masonería española en relación con los derechos que significó la II República y su lucha contra el fascismo.
La fecha de hoy, tiene que significar pues un paso adelante de los muchos que se están haciendo en este arduo y difícil camino de la universalización del respeto por los Derechos Humanos.
Son muchos los elementos que restan sobre la mesa porque eso pueda ser posible un día.
Se tienen que romper barreras. Se tienen que conseguir los mecanismos adecuados porque el incumplimiento de estos principios tenga consecuencias reales y legales. Y más, cuando algunos de los Estados de los que serían la sedes principales impulsores puedan ser “acusados” – como ya lo han sido- de incumplimiento de estos principios.
Y es que la lista puede ser inacabable tanto en cuanto a conflictos que han sido generados o ampliados como consecuencia de los más escabrosos abusos de poder como sucede a Irak o Afganistán; como por conflictos latentes provocados por el abuso incontrolado de un sistema capitalista mundial detrás del cual se esconden y encontramos los responsables físicos, por lo tanto, jurídicos.
Responsables y corresponsables de miles de muertos. Responsables y corresponsables del hambre, de la falta de acceso a los medicamentos y a la educación. Responsables y corresponsables de torturas. Estas y otras realidades tienen responsables y corresponsables. Reconozco que es una visión crítica pero es preciso que la tengamos y la mantengamos.
Y es por ello, que nos encontramos hoy aquí, masones, representantes de la sociedad civil catalana y todos los amigos y amigas que nos acompañáis, para conmemorar la firma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos hace ahora 60 años, y para reflexionar con el amigo José Antonio Martín Pallín sobre cuáles son los retos que nos encontramos al año 2008.
Gracias por vuestra atención.
Jordi Farrerons Gran Maestro de la Gran Logia Simbólica Española
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